El coche autónomo: cómo superar las percepciones y abrirse al mundo de la conducción autónoma
Por Mark Patrick, Mouser Electronics.
conducción autónoma (fuente: Mouser)
¿De qué hablaremos en esta serie de blogs?
- Las tecnologías de conducción autónoma: una revolución en el mundo del motor
- Cómo superar las percepciones y abrirse al mundo de la conducción autónoma
- Las etapas fundamentales en la autonomía del vehículo
- Tecnologías de detección para vehículos autónomos
- Sistemas V2V y V2I: datos rápidos para vehículos autónomos
- Un marco ético para los vehículos autónomos
El sector del automóvil ha cambiado mucho en los últimos diez años. La transición desde los combustibles fósiles a los motores de combustión interna (ICE, por sus siglas en inglés) y los vehículos eléctricos con batería (VE) ha tenido un enorme impacto en el sector y en la sociedad. La tecnología juega un papel fundamental en lograr que se produzcan cambios, como así lo demuestran los avances químicos para aumentar la densidad de energía de las baterías o los sistemas avanzados de asistencia a la conducción (SAAC), que aumentan considerablemente la seguridad.
Algunas estrategias de reducción de peso consisten en arquitecturas zonales para las redes en vehículos o en la electrificación de los sistemas de dirección. La actitud de la sociedad hacia la compra de vehículos también está cambiando. Un coche es un activo muy caro y supone unos gastos de funcionamiento constantes, así que, ¿por qué no optar por otros métodos de transporte disponibles, como la movilidad como servicio (MaaS, por sus siglas en inglés)? El concepto de vehículo autónomo y bajo demanda plantea la cuestión de quién se encargará de conducir los vehículos en el futuro y de quién será el propietario.
La tendencia hacia los coches autónomos avanza rápidamente. Las funciones SAAC son el primer paso hacia la autonomía total, ya sea con ICE o con motores eléctricos. A medida que el vehículo sea capaz de autocontrolarse y llegue al punto de ser 100 % autónomo, se reducirá rápidamente la necesidad de un conductor humano. Si dejamos a un lado la tecnología, la idea de que las carreteras estén llenas de vehículos sin conductor no acaba de lograr una gran aceptación. Hay numerosas diferencias en la confianza de la gente hacia las tecnologías fundamentales necesarias, y lo mismo ocurre con cómo se prioriza la seguridad cuando hay una gran probabilidad de accidente.
La creación de vehículos inteligentes
Una ventaja importantísima en la que la tecnología de conducción autónoma supera a los humanos es la conectividad. La comunicación con otros usuarios de la vía pública a través de infraestructuras locales o sistemas en la nube puede aumentar la seguridad de las carreteras. En las zonas urbanas con mucho tráfico, la conexión a un sistema de gestión vial mejorará aún más la seguridad, aliviará las aglomeraciones y reducirá la contaminación. Este tipo de sistemas también podrán enviar notificaciones sobre atascos o carreteras cortadas temporalmente, de modo que se puedan determinar alternativas con antelación para mantener el flujo del tráfico.
Los conductores humanos pueden mostrar educación y buenos modales, pero es muy difícil que las redes neuronales de aprendizaje automático lo hagan. Los sistemas automatizados, con la ayuda de sensores y de la conectividad en la nube, pueden determinar muchos factores sobre el tráfico en la zona, así como sobre su posición inmediata, la velocidad y la dirección del recorrido; sin embargo, no pueden predecir las intenciones de un conductor. Conducir por ciudad es muy distinto a hacerlo en un entorno rural, y las personas saben adaptarse a ello.
Cuando conducimos en una ciudad con mucho tráfico, es frecuente que tengamos que cambiar de carril, lo que exige cierto grado de seguridad y confianza. Un vehículo autónomo, sin embargo, quizá determine que dicha maniobra es demasiado peligrosa. Algunos conductores humanos tienen la delicadeza de frenar para dejar que otro coche pase a su carril, pero no todos actúan así. Este tipo de educación o modales es distinto en diferentes partes del mundo, así que los sistemas de autoconducción deben aprender a valorar la situación y correr un grado calculado de riesgo para cambiar de carril.
La conectividad entre vehículos autónomos puede llegar hasta un nivel en el que haya una negociación mediante un algoritmo de cola estándar para resolver estas situaciones, lo que no es posible con un conductor humano. Por desgracia, la probabilidad de colisión entre un vehículo autónomo y otro conducido por una persona seguirá existiendo durante algún tiempo. Algo que sí sería posible es que los SAAC alertasen al conductor humano de la intención del vehículo autónomo.
luces automáticas (fuente: Mouser)
Agresividad al volante entre conductores y máquinas
Algunos estudios indican que, cuando un conductor humano se encuentra con un vehículo autónomo, el primero se olvida de la educación que muestra normalmente, reduce su nivel de tolerancia y conduce de un modo más agresivo, aunque no parece haber una clara explicación para ello. Quizá se deba a que todavía hay muy pocos vehículos autónomos en pruebas, o puede que se deba a algo más profundo sobre la naturaleza humana que debamos investigar a fondo. Los que se dedican a conducir profesionalmente, como los conductores de taxi o autobús, pensarán inconscientemente que estos coches son una amenaza para su trabajo.
Ha habido casos en los que algunas personas les tenían tanto miedo a estos vehículos que han llegado a dispararles. Aunque este cambio de comportamiento sea solo temporal, es posible que sea un indicativo de que la educación y los modales en la carretera acabarán cambiando. Todos los cambios en la vida son difíciles de aceptar, así que fue un error asumir que la sociedad iba a darles la bienvenida a los vehículos autónomos con los brazos abiertos. Algunos factores demográficos, como la edad, siempre van a determinar quiénes son los más abiertos a la idea. Es muy probable que los nuevos conductores tengan menos problemas en aceptarlos que las personas con más experiencia.
En Europa, ya hay iniciativas para fomentar la aceptación de las ventajas y mejoras de estos vehículos en la seguridad vial.
Yo te vigilo, tú me vigilas
Los vehículos autónomos dependen en gran medida del uso de redes neuronales de aprendizaje profundo. Estos algoritmos de aprendizaje automático reciben información de multitud de sensores (radar, LiDAR, vídeo) e infieren si hay obstáculos en la carretera. Los sistemas de aprendizaje automático también llevarán a cabo un proceso para tomar decisiones en caso de que vaya a haber un accidente en el que pudiera haber víctimas. Como era de esperar, encomendarle a una máquina la responsabilidad de una vida humana ha generado una aversión muy profunda hacia esta tecnología, diseñada en principio para mejorar la seguridad vial.
Otorgarle la responsabilidad a las redes neuronales es una travesía compleja y llena de obstáculos. Los sistemas del propio vehículo no son los únicos factores que intervienen en la decisión: la comunicación y la interacción con otros vehículos, los ecosistemas de gestión del tráfico urbano y el cumplimiento de un marco electrónico de seguridad vial (creado por personas) juegan un papel fundamental en las acciones del vehículo y en el riesgo para la vida humana. El tiempo, los peatones y el estado de la carretera también contribuyen a agravar un problema de extrema complejidad.
Roma no se hizo en un día, así que no podemos implantar sistemas ultrafiables, abordar las preocupaciones de la sociedad y establecer un marco legal rápidamente; es un proceso que toma tiempo y en el que ya se está progresando. En el próximo blog de esta serie, hablaremos del camino a recorrer para pasar de los sistemas de asistencia a la conducción hasta llegar a un vehículo con autonomía total.
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